sábado, 13 de febrero de 2010

No me alcanzarían las piedras...

producto del desparche total en el que estoy, me encontré esta notica que escribí hace días y me pareció chévere colgarla aquí también...

No me alcanzarían las piedras, ni los insultos, ni toda mi fuerza física para protestar contra usté y todo lo que usté representa.

No me alcanzarían las balas para matar a todos los hijueputas que como usté han sometido, someten y pretenden seguir sometiendo a los estudiantes, a los empleados, a los verdaderos habitantes de la patria, a nosotros que somos la base de su economía, donde reside su poder, porque somos nosotros quienes se lo otorgamos... y quienes se lo podemos quitar también.

Por eso, recurro al argumento, menos violento pero no menos agresivo y contundente porque estoy convencida que mi protesta no está sola, es sólo una réplica explícita y fuerte del sinsabor de los trabajadores, de las dudas de los estudiantes, del miedo de las amas de casa, del desconsuelo de los obreros...

Estoy sentida, estamos resentidos porque esta represa de quejas e insatisfacciones se llenó, se llenó de la sangre de los altruistas que pensaron en algo mejor para todos y fueron acallados silenciosa y cobardemente por quienes quisieron seguir monopolizando el poder.
Esta mierda se llenó, se llenó de las lágrimas producto del dolor, del desconsuelo, la ira, la desesperación por los desaparecidos, por los sindicalistas muertos, por los torturados, desarraigados y silenciados, son las lágrimas producto de la impotencia ante usté que representa la corrupción, la intransigencia, la explotación, la represión, la dominación ilegítima.

Tampoco las palabras bastaron para hacerle saber lo que me indispone, me entristece y me indigna usté y su régimen de violencia, exclusión, muerte, silencio y olvido. Lo detesto, lo odio y cada día que pasa con mayor intensidad, con mayor sentimiento.

Aún cuando al final debo admitir ante usté y ante todos, el miedo que tengo, miedo de olvidar, miedo de resignarme, miedo de ignorar la represa de sangre y lágrimas para más tarde poder salir a trabajar y sonreirle a la cara y agradecerle por darme con que comer, pretender que estuve errada y recordar este sentimiento de odio y tristeza como una etapa más producto de mi juventud.

2 comentarios:

DaPa dijo...

Una entrada genial, me gustó que la trajeras para acá; creo que este texto debería estar en varias partes, sé que mucha gente se identifica con él.

Felicitaciones!

maro! dijo...

(:
Gracias DaPa, ojalá y sí sea un elemento que identifique a otras personas, cuando lo escribí lo hice tratando de pensar como colectivo... un abrazo