jueves, 11 de febrero de 2010

Reseña "Violencia, Guerrillas y Estructuras Agrarias" de Gonzalo Sánchez

Teniendo en cuenta La Violencia como objeto de estudio de los científicos sociales colombianos de la época -1989- Sánchez pretende hacer con este texto una “síntesis interpretativa del fenómeno” tomando como eje del documento los siguientes puntos históricos claves: el surgimiento del gaitanismo, sus propósitos e inconvenientes y el 9 de Abril de 1945, las persecuciones y represiones posteriores por parte del gobierno y con ellas el surgimiento de la resistencia civil y la consolidación de la resistencia armada, y por último, desarrolla lo que denomina tres procesos globales de La Violencia: el terror, la resistencia y el resquebrajamiento del orden social.

El documento inicia con un panorama de la situación colombiana anterior a 1945, una bonanza económica dada por los precios del café y el crecimiento agrícola que se evidenciaba en el país, y la estabilidad política producto de una división bipartidista de la sociedad colombiana que dejaba una clase dominante cohesionada y una clase baja dividida, débil políticamente.

Ante esto Jorge Eliécer Gaitán buscaba transformar la realidad colombiana con sus dos principales consignas: una distribución económica y una participación política real con un corte popular.


Él caudillo logro menguar el control que la oligarquía ejercía contra las protestas de las clases bajas y medias por medio de la manipulación de los sindicatos, disminuyendo las luchas gremiales y concentrando su accionar reivindicativo en las calles –resalta Sánchez las marchas del silencio y de las antorchas -, y promoviendo fuertemente la unión del pueblo más allá de las barreras bipartidistas. Concluyo basada en la lectura del autor que el peligro y la clave de la propuesta gaitanista estaba en invertir la barrera vertical de liberales y conservadores por una horizontal con un antagonismo de clase entre oligarcas y pueblo.

Ante tan radical propuesta la élite liberal y la conservadora tomaron diferentes posiciones con un fin común, el fracaso político de Gaitán. Los primeros le tildaron de fascista y trataron de neutralizar su acción desde dentro del partido –recordemos que Gaitán era su presidente-; los segundos en una errada iniciativa de resaltar su discurso sobre la conservación de la moral ‘cedieron’ involuntariamente muchos de sus copartidarios de la clase baja que terminaron creyendo en él; más tarde lo tildaron de comunista –siguiendo los ánimos internacionales dejados por la guerra fría y la cercanía ideológica con Estados Unidos-, pero pocos resultados lograron ya.


Vale la pena anotar la corta exposición que hace Sánchez del recorrido político del caudillo, y su conclusión: “En torno a Gaitán, como símbolo aglutinante, se estaba construyendo, por primera vez, una nueva unidad histórica, la unidad del pueblo”


Su labor como líder social y dirigente político del partido liberal le significó uno de sus principales retos, ante esto, finalmente el gaitanismo se consolidó como un movimiento social diferenciado del partido, permitiéndole tener diversificación social y la inclusión de las masas en él, pero siendo a su vez un obstáculo para la unificación ideológica y la cohesión durante la crisis.


Además de lo anterior otra limitante en su carrera fue el poco apoyo que tuvo en las zonas rurales –especialmente en las conservadoras- su propuesta, que había logrado consolidarse principalmente en la ciudad, esa limitante fue poco a poco aprovechada por Laureano Gómez, quien a partir de la apropiación de esas zonas habitadas principalmente por conservadores propulsaría más adelante la oleada más fuerte de La Violencia, sobre eso volveremos más adelante.

En cuanto al 9 de abril de 1945, día en que se desata lo que Sánchez nombra “el rostro oculto de Colombia”, contrastado con la Bogotá días antes engalanada para la IX Conferencia Panamericana, y de la cual Gaitán había sido excluido.


Frente a la acción de la ‘masa’ protagonista Sánchez realiza una clasificación de lo que considera dos tipos de blanco y acciones.


El primero, la protesta social, caracterizada por la turba compuesta por los pobladores de la periferia bogotana rebasó los negocios del centro, muchos de los cuales eran de extranjeros; allí hubo principalmente saqueo de bienes de consumo, objetos contundentes de hierro y licores. El autor describe ese momento como “una mezcla de ira, impotencia y rebelión”.


El segundo momento, el alzamiento político, está ligado a la concentración en el palacio presidencial, que fuera defendido por el ejército y civiles conservadores; además de esto está la quema de los edificios gubernamentales y eclesiásticos, la creación de la “Junta Revolucionaria” de la que Sánchez concluye más adelante “No tuvo capacidad o vocación de poder” y la toma de las emisoras por parte de “profesionales gaitanistas radicales” quienes transmitieron órdenes e información al resto del país.


Es importante resaltar la función que cumplió la toma de las emisoras, puesto que la exacerbación en el relato de la situación en Bogotá creo una percepción y un desenlace distinto en el resto del país; Sánchez señala tres tipos de representaciones partiendo de lo anterior, lo que pasaba en la capital, lo que pensaron en la provincia que estaba pasando en Bogotá, que influyó fuertemente en la tercera: lo que pasó en provincia, donde vivieron hasta dos semanas de “inversión del orden institucional”, según Sánchez, “se hablaba con propiedad de un nuevo orden revolucionario”, esta situación no pudo expandirse al resto del país incluyendo la capital, según el autor, porque fueron pequeños poderes locales que no lograron consolidarse para sobrevivir a la fuerte insurrección oligarca en Bogotá, en sus palabras, “Lo hizo fragmentadamente, en tanto que el bloque oligárquico recomponía su unidad con asombrosa rapidez” y concluye más adelante “definitivamente el pueblo había sido desorganizado (…) El 9 de abril colombiano era el fin y al cabo en su matriz misma, una reacción popular defensiva y retaliadora, y no propiamente el resultado de un plan político insurreccional”.


Posterior al impacto de la muerte de Gaitán, El Bogotazo quedó como una huella fantasma, que avergonzaba al pueblo e infundía temor de repetición a la clase oligarca, en palabras de Sánchez “No bastaba con el aplastamiento de la rebelión sino que había que eliminar toda posibilidad de que se repitiera algo semejante (…) que el movimiento obrero se convirtiera en el eje articulador de la protesta social y de la oposición política”. A partir de entonces y bajo los gobiernos de Lleras Camargo, Ospina Pérez y Laureano Gómez caen en avalancha múltiples medidas represivas y explotadoras contra los sindicatos, las huelgas, protestas y demás formas de participación política y exigencia de los derechos del pueblo.


Laureano Gómez era claro en su propósito de destruir la posibilidad de que la provincia levantada en armas el 9 de abril amenazara en algo el control impuesto a la ciudad; para esto contó con el poder que había cultivado en las principales áreas conservadoras: Nariño, Antioquia y Boyacá, y con la ayuda del clero que “respiraba ira santa” tras haber sido vulnerado y humillado por los “nueve abrileños”; Gómez tuvo lo necesario para impulsar en estas áreas un discurso de legitimación a la persecución y eliminación de liberales, y fue así como con la colonización de Tolima, el Valle y el Viejo Caldas, propulsó allí la llegada de La Violencia. Comenzaron entonces a ser comunes las noticias de masacres, asesinatos y hostigamientos, genocidios, torturas… mucho de esto a manos de los sanguinarios chulavitas procedentes una región Boyacense, concluye Sánchez al respecto, “Los chulavitas y la iglesia desempeñaron papeles complementarios en La Violencia”.


En este punto del texto, el autor hace una recopilación y expone de manera amplia y clara lo que denotó como tres procesos globales en La Violencia bajo el régimen de Laureano y su sucesor Roberto Andaneta en noviembre de 1951:

El primero de los procesos, El terror, en sus múltiples modalidades: Oficial directa y principalmente por el encarcelamiento de dirigentes liberales, el boicot a huelgas y paros, la complicidad de diferentes funcionarios públicos con las milicias conservadoras, la incentivación del sectarismo partidista, la tierra arrasada y/o destrucción de fincas y ganado, el “boleteo” –o “vacunas” en términos actuales-, la tortura, masacres, genocidios, el duo de “señaladores” y “pájaros” etc.… que dejaron como ejemplo aproximadamente 1500 campesinos muertos a manos del ejército en el Líbano, Tolima –Zona de surgimiento de la guerrilla más adelante-.


El segundo, que denomina la resistencia, surge ante el constante terror y hostigamiento a los liberales, implantado desde el desprestigio y la burla oficial encabezada por Laureano Gómez y su analogía del Basilisco, desde la informalidad surge también a manos de milicias conservadoras; esta situación causó dos efectos importantes: en la clase dirigente liberal un ausentismo en las elecciones que terminó por erigir presidente al único candidato presidencial conservador, Laureano Gómez, y en la clase popular se nace la resistencia civil, que ante la inoperancia e ineficiencia del partido liberal y el creciente atropello de los conservadores se configuró y se consolidó como una resistencia armada que dio lugar a múltiples grupos guerrilleros, -aún cuando estos no fueron re-conocidos sino hasta después del golpe del General Pinilla en 1953-, entre ellos están, el Quintín Lame, la guerrilla del Llano con Guadalupe Salcedo a la cabeza, el EPL, el ELN y las FARC; Sánchez anota “La tarea histórica de la lucha por la democracia había pasado ahora al pueblo armado”, convirtiéndose estos grupos en un polo de atracción y seguridad para algunos de los campesinos liberales fugitivos y desarraigados de sus tierras y unos pocos sindicalistas que fueran hostigados en las ciudades.


Cabe anotar la amplia caracterización y descripción que hace el autor de los frentes guerrilleros, sus principales cabecillas, los territorios donde surgieron, la simbología de los diferentes nombres y hasta del significado de la mujer dentro de la insurgencia. Es importante resaltar la diferencia que señala Sánchez había entre la representación que desde la capital se hicieron las élites conservadoras de los guerrilleros como grupos con una actitud defensiva, y la autorepresentación y proyección que ellos mismos tenían con una actitud ofensiva y con objetivos a largo plazo como se mostró en las dos Leyes del Llano.

Dentro de la caracterización que hace Sánchez del territorio destaca dos áreas, el Suma paz y el Sur del Tolima, donde había recién una colonización conservadora reciente por los departamentos conservadores anteriormente mencionados, allí no sólo había problemas agrarios, sino también una base campesina anteriormente politizada por el partido socialista revolucionario, el comunista y la UNIR de Gaitán. La segunda zona que llama de frontera abierta, donde inició el proceso de colonización conservadora, esto es, los Llanos Orientales, el Magdalena Medio, los límites entre Antioquia y Córdoba y el suroeste Antioqueño, todas estas zonas favorecieron la concentración guerrillera, especialmente por sus condiciones topográficas de difícil acceso y por una cierta homogeneidad liberal que había allí.


En cuanto a la autorepresentación de los grupos guerrilleros del Llano cabe resaltar la primera y segunda ley del Llano, -a esta última el autor dedica apartado amplio del texto para su descripción-. La primera ley surge en agosto de 1952 en el marco de lo que se denominó la primera conferencia nacional del movimiento de liberación nacional, esta “organiza la justicia y distribuye las funciones a los jefes civiles y militares”; la segunda Ley fue construida principalmente por el abogado José Alvear Restrepo el 18 de Junio de 1953 –curiosamente bajo la misma temporalidad que Laureano Gómez lanzó su proyecto de corte corporativista-, esta ley que constó de 224 artículos, si bien fue menos colectiva, amplió muchísimo la proyección guerrillera, exponiendo entre otras cosas, una reforma agraria, la expansión guerrillera por el territorio colombiano, la relación que debían tener ellos con la población civil, incluso decreta la relación de los matrimonios con los hijos y una ‘culturización’ de las tropas, quienes debían realizar estudios no sólo generales y de higiene sino también de los propósitos y objetivos de la revolución. Esta ley da cuenta también de la conciencia de independencia y proyección en el tiempo que tenían las guerrillas del Llano con relación a los demás grupos guerrilleros.


Finalmente para concluir el texto Sánchez analiza los efectos sociales dejados por la Violencia; entre ellos se destacan: la transformación de las estructuras agrarias ocasionada por múltiples causas como el abandono de tierras a los que fueron sometidos los campesinos quienes fueron desarraigados o forzados a vender a precios irrisorios sus tierras para migrar a la periferia de las ciudades siendo algunos atraídos por los grupos guerrilleros; a partir del bajo costo de la tierra en guerra frente a la demanda de aumento de los salarios por la inseguridad de la misma, se desprendieron dos consecuencias, una el surgimiento de una nueva clase media-alta, los “aprovechadores” quienes conseguían ingresos altos rápidamente comprando las tierras abandonadas y aprovechando la bonanza del agro que gozaba el país; otra la clase hacendataria migró a la ciudad, dejando finalmente el control de la tierra a mano de los mayordomos y arrendatarios quienes terminaron cambiando la dinámica de la hacienda.


Otras consecuencias fueron las pérdidas en el sector ganadero debido al robo y la destrucción de los semovientes como castigo entre bandos contrarios, además de la expropiación y el “boleteo” por parte de los grupos guerrilleros. Finalmente cabe anotar la población de las ciudades y la colonización de nuevas tierras.

Para concluir me gustaría comentar mi agrado por este texto, es un texto corto y sencillo que abarca de forma amena y concienzuda un periodo histórico tan importante como lo es La Violencia, sus causas, su naturaleza y sus consecuencias para la sociedad colombiana.


Con una dosis justa de historia el autor trasciende el dato para complementarlo con su interpretación y su análisis pocas veces permeado por su opinión personal. Su forma de escritura hace de su texto un relato completo y muy ameno para todo tipo de lector, la vez que es un punto de partida claro e ilustrativo para los estudiosos del tema.


· Texto: SÁNCHEZ, Gonzalo. “Violencia, guerrillas y estructuras agrarias” En: Nueva Historia de Colombia Vol. II. Historia Política 1946-1986. Ed. Planeta 1989.

2 comentarios:

DaPa dijo...

Me gustó la reseña, me dejó con ganas de leer el libro (lo haré esta semana); se habla de un periodo de la historia de Colombia que me parece, además de interesante, muy importante conocerlo.

Cuando termine el libro pasaré por acá para hablar específicamente de la reseña, ya que para poder hablar de ella debo primero conocer el libro, claro que lo que sí puedo decir de ella es que logra cautivar y no deja que el lector se aburra, mantiene el hilo de forma correcta y genera expectativa.

Nuevamente, me gustó!

maro! dijo...

Que bueno que te haya gustado! la verdad no pensé que alguien se animara a leerla porque quedó algo larga...

El libro es muy ameno, como dicen por ahí para todo tipo de público, leelo y me contás (: